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Al llegar al puerto, tomó contacto con la empresa de turismo aventura "Status Quo", sin imaginar que ésta era sólo una organización de papel cuyas metas estaban muy alejadas del deporte extremo. Dejándose llevar por las promesas del equipo que lo recibió, se dejó transportar a una explanada cercana al mar. La mediana altura que ofrecía el área de lanzamiento, no melló su espíritu aventurero. Es más, le abrió espectativas respecto a una nueva vertiente desconocida en el arriesgado deporte.
Ramírez se dejó aplicar todo el enmarañado conjunto de arneses de seguridad y extensión, muy confiado. Grande fue sopresa cuando constató que pasaban los minutos y las horas, sin experimentar vértigo alguno. Sólo un eterna verticalidad le acompañó las primeras horas y ser víctima de una risa nerviosa y sonsa por parte de los empleados de la empresa de turismo aventura contratada.Pasaron los días y los meses para Atilio, quien nunca pudo bajar del sitio helado donde los hombres lo pusieron.
Tras 6 meses comprendió que había sido engañado y estafado por parte de los trabajadores de una marisquería del sector Caleta Portales de Valparaíso. Estos lo mantienen hasta hoy atado cabeza abajo como recurso publicitario, en refrita remembranza del éxito de taquilla del cine setentero "Tiburón" de Spielberg.
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